Si los grandes medios se limitaran a contar la verdad de lo que pasa, sin ocultar los logros políticos y leyes sociales del Gobierno de coalición progresista, ni Feijóo ni Vox llegarían con aspiraciones de ganar las elecciones generales del 23J. 

Parece obvio que en esto coinciden todos los progresistas e izquierdistas de este país. A nadie se le escapa que los medios privados trabajan desde que se formó este legítimo Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos para que vuelva a gobernar el PP.

Y para ello no dudan en contar bulos muy burdos sobre cualquier político de izquierda y blanquear a corruptos, presuntos homicidas imprudentes en residencias de ancianos madrileñas o maltratadores de mujeres, si estos son de la ideología conservadora (PP-Vox).

Especialmente indignante es que la TV pública española (RTVE) haga lo mismo que el resto de medios privados de derechas y se convierta en un instrumento de propaganda política del Partido Popular, donde hablan a todas horas de ETA, ya desaparecida hace una década, y de la supuesta división de la izquierda. En poco o nada se diferencia el Telediario de La 1 con los informativos fachas de Antena 3 y Telecinco.

Y esto con un Gobierno progresista. No se entiende que Pedro Sánchez y el PSOE hayan dejado RTVE en manos del Partido Popular, perjudicándose a sí mismo y a la gente, que recibe una información sesgada y propia de un medio conservador que en poco o nada se corresponde con el pluralismo y la diversidad de las gentes de las distintas regiones de este país.

No le ha bastado al Partido Popular con bloquear el CGPJ los últimos 4 o 5 años, sino que también ha secuestrado a la TV pública ante la pasividad del PSOE y la desesperación de su socio de Gobierno (Podemos), que ya le advirtió que primero fueron a por ellos, pero luego irían a por el propio Pedro Sánchez los medios, como así ha sucedido.

Sin embargo, en los telediarios no se escucha nunca nada del escudo social que se ha conseguido estos últimos años en España para la gente humilde, gracias a la cabezonería de Podemos para convencer al PSOE de que aprobara leyes sociales a favor de quienes más lo necesitan, especialmente en época de pandemia y luego con las consecuencias de la guerra de Ucrania.

Los ERTEs, el Ingreso Mínimo Vital, el Bono Joven de alquiler, las ayudas a la dependencia, la Ley de Vivienda, la subida del SMI, el precio más bajo de la luz de toda la UE gracias al tope del gas, la rebaja del precio del transporte público con la gratuidad de los trenes de Cercanías y Media Distancia, la Ley de Bienestar Animal, el aumento de la paga de los pensionistas más grande de la historia, la bajada de la inflación y un largo etcétera no han merecido ninguna mención especial en los informativos de los grandes medios de nuestro país.

Tan solo les interesaba lo que provocaba polémica como la Ley del Solo, sí es sí, porque los jueces malinterpretaban dicha ley adrede en su guerra judicial contra Podemos y la izquierda, y eran capaces hasta de rebajar condenas a violadores con tal de culpar de ello a Irene Montero.

Cuando en las noticias solo te informan de cosas negativas sobre un partido y se tapan los ojos cuando lo hacen muy bien y legislan para alcanzar en la medida de lo posible la justicia social en nuestro país, como ha sido y es el objetivo de Podemos, queda claro que esos periodistas tienen intenciones oscuras y deben estar manejados por los poderes económicos y por la derecha corrupta que representa el PP.

Estamos ya a tan solo un mes de las elecciones generales anticipadas convocadas por Pedro Sánchez de manera inesperada, con todos los medios y jueces en contra de la izquierda y con el viento a favor de la derecha, que cree vivir su verano azul particular, aunque las urnas deberían dejar al PP y a Vox en su lugar: la oposición.

Los pactos del PP en la Comunidad Valenciana y Aragón con la ultraderecha deberían alertar a los ciudadanos menos extremistas de centro que votar al PP equivale a tener un Gobierno fascista como en el pasado más oscuro de la España franquista.

Todo esto se traduciría en pérdida de libertad, vuelta al nacionalcatolicismo, los toros como fiesta nacional, el maltrato a los animales, la negación de la violencia machista, la discriminación del colectivo LGTBI, la eliminación de ayudas sociales, destrucción de todo lo público, saqueo del país por parte de corruptos sin escrúpulos y tantas otras medidas antisociales que nos harían retroceder más de 50 años.

Pese a la enorme decepción que supuso el veto a Irene Montero por parte de Yolanda Díaz y a que algunos barones del PSOE son tan de derechas que parecen salidos del PP, muchos seguidores de Podemos están empezando a ser conscientes de que lo que puede llegar sería infinitamente peor y se están planteando votar a Sumar o al PSOE en lugar de irse a la abstención, que daría la victoria a los reaccionarios ultraderechistas.

Esta vez no votarán sintiéndose tan orgullosos como cuando había que votar a Podemos como principal protagonista (Unidas Podemos), pero muchos lo harán con tal de no tener que soportar un Gobierno dirigido por un amigo de narcotraficantes y con un vago trumpista como vicepresidente.

Son unas elecciones generales más desilusionantes que en 2019 para cualquier votante de izquierdas, pero la Ley D´Hondt obligó a ir a Podemos con Sumar para tener posibilidades de revalidar el Gobierno de Coalición progresista, y solo con Bildu y ERC, pero sin Sumar fuerte, como manifestaba este sábado Ione Belarra, sería imposible que ganara la izquierda a la ultraderecha.

La izquierda no tiene a los grandes medios a su favor, salvo Canal Red, pero tiene a la gente, que si se une para al menos ir a las urnas a dar su voto por un bien común y dejar atrás rencillas y orgullos, puede aún conseguir el objetivo de evitar un Gobierno de corruptos y ultras en Moncloa.