Como todos los años, con la llegada del otoño se produce el cambio de horario de verano al de invierno, que además de provocar que anochezca una hora antes, supone un aumento del consumo de luz en los hogares de nuestro país.

Sin embargo, nos intentan convencer de que es, al contrario, que con el horario de invierno se ahorra energía, lo cual no cuadra porque en invierno, aunque sea por la mañana, casi todos los negocios tienen que estar con las luces encendidas y en cuanto a la maquinaria, va a consumir lo mismo si amanece una hora antes o después. Además, por las mañanas la mayoría de la gente suele estar en el trabajo, es por la tarde-noche cuando están en sus hogares y tienen que encender las luces una hora antes, con lo cual sube el importe en sus facturas a partir de ese momento de manera notable.

Luego están los que intentan ver en esto del cambio horario como si obedeciese a cuestiones políticas o ideológicas, cuando para nada es así, nuestro país se caracteriza por la luz, el sol y el mar Mediterráneo, somos más de disfrutar de la luz del sol que de tener muchas horas de oscuridad y cielos nublados, de ahí que a la mayoría nos representa más el horario de verano que el de invierno. Como muestra esta modesta encuesta de infoComún que va indicando una clara tendencia a favor del huso horario de verano.

No nos olvidemos del factor anímico o psicológico, pues muchas personas lo pasan muy mal psicológicamente cuando se produce este cambio de horario y se ponen más tristes e incluso con depresión, y la salud mental también importa y mucho, ya que sin eso no se puede rendir bien en el trabajo ni en la vida personal y familiar.

Querer ver en lo del cambio horario exclusivamente como algo que puso Franco es totalmente desacertado, pues ya han pasado más de 4 décadas desde entonces y si no se ha mantenido el horario de invierno es porque la Unión Europea va más bien al sentido contrario de los detractores del horario de verano y quiere fijar un mismo horario para todos los países europeos, en este caso, el que más cuadraría sería el de verano, que además favorece al turismo y a la felicidad de la gente que lo pasa mal cuando llega el triste y oscuro horario de invierno. No hay que tomarse a broma la salud mental de las personas en estos tiempos.

Por otro lado, están los defensores del horario de invierno porque se supone que es el que le correspondería a España al estar situada en el mismo meridiano que Portugal y Reino Unido. Habría que preguntarles a los ingleses si son felices de que en su país sea de noche a las 4 de la tarde, no creo que sea inteligente adoptar ese horario en España porque nos lo diga el meridiando de Greenwich, que por cierto tiene nombre guiri. Pero al menos estos exponen razones científicas, no políticas, eso sí.

Las costumbres de la gente de un país son mucho más determinantes a la hora de elegir un horario que nos represente a la mayoría que el lugar geográfico donde se encuentre ubicado nuestro país. Alguna gente del noroeste peninsular comenta que si finalmente se eligiese el horario de verano para todo el año en la votación que queda pendiente en la Unión Europea, allí amanecería a las 10:00 en invierno.

¿Y cuál es el problema? Luego eso se compensaría al anochecer una hora después y tener que gastar menos electricidad en casa, además de poder disfrutar 60 minutos más de la belleza de la costa atlántica y cantábrica tanto para los lugareños como para los turistas que, probablemente, se dejarían más pasta allí cuando van de viaje si hay más tiempo de luz para pasarlo bien y ver cosas bonitas.

Parece que lo política y científicamente correcto es defender el huso horario de invierno, pero eso sería más tener en cuenta factores geográficos y fobias políticas del pasado antes que la realidad de estos tiempos actuales, siglo XXI, en los que nadie ha podido asegurar que con dicho horario se consiga un ahorro energético y además deprime a gran parte de la población, como demuestran las encuestas que se hacen al respecto, las cuales siempre salen con un gran porcentaje a favor de implantar como definitivo el horario de verano en España.

Respetando las preferencias y gustos de cada cual en cuanto al horario, lo que está claro es que una de las metas del ser humano es la felicidad, y las medidas que se adopten deberían ir encaminadas a hacer una sociedad más humana, igualitaria y feliz. ¿Cuáles se supone que serían las ventajas de tener una hora menos de luz solar y pagar más dinero en la factura de la luz todo el año? Creo que pocos podrán dar una respuesta satisfactoria para defender la implantación del horario de invierno y perjudicar así a un tanto por ciento muy elevado de nuestra población.

De momento, lo único que se sabe es que seguirá habiendo cambio horario hasta 2026, según se recoge en el Real Decreto 236/2002, y el siguiente será la madrugada del sábado al domingo 30 de octubre, cuando habrá que retrasar los relojes una hora, a las 3:00 serán las 2:00. Después de ese año, es probable que la UE por fin decida asignar un mismo horario para todos los países que la conforman, y en ese caso, parece favorito el horario de verano ya que es el que defienden en la gran mayoría de países europeos.

Veremos qué sucede de aquí a 3 o 4 años, cuando por fin se unifique la hora para toda Europa, habrá quienes estén encantados de ello y los habrá que se quejarán, como pasa con todo en la vida. No obstante, una cosa está clara y nadie puede negarla: el horario de verano es más alegre y representa más a España que el de invierno. La gente prefiere antes luz, sol y alegría que oscuridad, tristeza y depresión, dicho de otro modo. Y en esto sí que es verdad que no pintan nada ni Franco ni Greenwich como motivos para imponer el huso horario invernal.